Por huellas comechingones

Para Semana Santa me fui unos días a San Luis, a despuntar el vicio del trekking. Y si no escribo algo en el blog, el viaje va a tener el triste record de ser el primero sobre el cual no escribo nada acá. Y eso estaría muy mal! Así que aunque no estoy inspirado ni tengo muchas ganas de escribir desde hace ya un par de semanas, vamos a ver que sale.

La escapada de Semana Santa está enmarcada en un proyecto personal intitulado "en 2010 me voy a rajar de Buenos Aires para todos y cada uno de los fines de semana largos que se crucen en mi camino", y fue un mini-trekking con Hielo Azul Aventura en las cercanías de Merlo, ahí, al filo del límite entre San Luis y Córdoba.

El primer día acampamos luego de una caminata de unas 4 horitas cerca del Cerro Blanco, a orillas del río. Fue un día tranqui, y hermoso... hasta que empezó a caer la tarde. El tiempo no nos acompañó mucho en el viaje, la verdad, pero se disfrutó igual :) Pero el primer día estuvo soleado, y a la tarde aprovechamos para hacer un mini-trekking a una cascada que quedaba por ahí cerquita.

Cascada Arroyo

A la noche llovió de lo lindo, y a la mañana siguiente seguían cayendo chaparrones de a ratos, así que hicimos bastante fiaca mientras decidíamos si salir a caminar o no. Obivio al final salimos... ¿para qué estábamos ahí? Así que ahí nos fuimos, hacia el Cerro Aspero, y el Pueblo Escondido. Este pueblo hoy semi-abandonado está a los pies de las minas de wolfram (abandonadas completamente), y era el lugar donde vivían los mineros. Es un lugar muy pintoresco, con algunas construcciones bastante derruídas y otras no tanto. Algunos de los edificios están ocupados por familias que explotan el lugar turísticamente. Por ejemplo, hay una especie de posada donde sirven comidas caseras y esas cosas. No me quedó claro cuanto de esta ocupación es formal (i.e., "legal"), y cuánto informal. Almorzamos y pasamos buena parte de la tarde allí, y luego volvimos al campamento. Y para la merienda, Pablo nos sorprendió con pastelitos caseros que habían preparado la familia de Gustavo (nuestro arriero).

Rumbo al pueblo escondido Pueblo escondido Pueblo escondido 2 Pueblo escondido 3

Al día siguiente desarmamos las carpas, cargamos todo, y rumbeamos para la Aguada del Tabaquillo. Estuvo bastante nubladengue, lo cual para caminar está bueno. A mediodía... sorpresa! Las mismas manos que habían hecho los pastelitos, resulta que también habían preparado empanadas de carne. Y de las de verdad eh! Nada de esas pseudo-empanadas del Noble Repulgue o similiares ;) Por la tarde llegamos a la Aguada, donde acampamos. Qué lindo lugar! Es una praderita verde encerrada por los cerros y el río. muy muy linda.

Rumbo a Aguada del Tabaquillo Merlo desde el cerro Aguada del Tabaquillo Aguada del Tabaquillo 2

Finalmente el domingo levantamos campamento otra vez, y arrancamos el descenso hacia Los Molles, caminando entre la niebla y la llovizna. De ahí nos trasladamos en vehículo hasta un camping en las afueras de Merlo, y después de ponernos presentables disfrutamos un suculento asadazo. A la tarde algunos nos fuimos a dar una vuelta por las ferias artesanales que estaban cerca, y hasta hicimos algo de shopping. Yo terminé comprando un mate re-lindo pero que resultó estar mal estacionado, medio verdolaga... todavía estoy tratando de rescatarlo. Y después descubrimos una casa de té medio "boutique", con una onda rústica/new age/indi... algo medio raro, pero muy lindo, y preparaban unos cafés especiales de aquellos, y unas tortas caseras buenísimas. Fue un buen complemento de otra tarde lluviosa :)

Un par de horas después pasó la combi a buscarnos para llevarnos a Merlo, y de ahí, micro y a casa.

La experiencia estuvo muy buena. Me quedé con ganas de conocer las minas de wolfram... pero bueno, otra vez será. La lluvia hinchó un poco las pelotas para caminar, sí, pero nada que no se resuelva con ropa impermeable. Y ayudó a sacar lindas fotos. No hay caso: no hay con que darle a la luz difusa y los contrastes de un día nublado. Es buenísimo.

Fotos de la travesía, acá.

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