Volviendo a las sierras de Córdoba
El último finde largo estuve despuntando el vicio del trekking en las sierras de Córdoba. La última vez que había estado haciendo trekking por ahí fue en octubre de 2005... hace 6 años. Mucho tiempo.
¿Y antes de eso? Antes de eso ni quiero sacar la cuenta. Volver a caminar por las sierras de Córdoba siempre es especial, porque ahí empecé a hacer trekking, porque ahí fueron mis primeras vacaciones sin mis viejos, porque también fue una provincia en la que veraneamos varios años durante mi infancia. Córdoba es especial.
Y en particular la Quebrada del Condorito debe haber sido el segundo o tercer lugar que pisé haciendo trekking. El primero fue seguro Los Gigantes. Y después, estoy en duda cual fue el segundo, si la Quebrada o alguna otra excursión, tipo Cascada de los Chorrillos. Tendría que buscar las fotos (en papel, obvio). Eso fue en el año '96, si la memoria no me falla, con JEG, mientras veraneábamos en Carlos Paz.
No puedo decir que reconocí el paisaje, porque mi memoria es pésima, porque aquel primer viaje fue en otro contexto, cuando la Quebrada aún no era Parque Nacional, y porque fue un trekking corto de ir y volver en el día. Pero sí puedo decir que me acordé mucho de Sergio, y de Marito, y de Edith, y de Gabriela, y de muchos de mis primeros "amigos de la montaña" que por esas cosas de la vida, ya no veo.
El plan original era acampar cerca del balcón norte de la quebrada, y hacer una travesía hasta San Clemente. Pero hubo un ligero cambio de planes, por un lado porque el parque está haciendo los preparativos para los festejos de sus 15 años, y como tiene (supuestamente) todo el personal dedicado a eso, decidió deshabilitar temporalmente varias de las áreas autorizadas de acampe. Podría escribir un rato sobre lo que opino de como Parques Nacionales maneja algunas cosas... pero dejémoslo para otro post. Así que acampamos en la Pampa del Hospital, que está un poco más alejada de los balcones, más cerca del Centro de Visitantes del Parque.
Por otro lado, el pronóstico del tiempo no era muy alentador para el fin de semana, así que también acortamos un poco la travesía (en caminata, no en tiempo), y terminamos saliendo por otro lado.
El primer día nos instalamos en el campamento, agarramos provisiones para la tarde, y nos fuimos hasta el Balcón Sur, luego de almorzar en el río. La vista es espectacular, el día se había puesto hermoso, vimos varios cóndores (aunque no muy de cerca), y con la ayuda de los binoculares de Rolo pudimos ver también "el baño de los cóndores", al fondo de la quebrada, cerca del río: un lugar donde estas aves se reúnen para acicalarse y limpiarse. Después de disfrutar un buen rato de esto, volvimos al campamento, cenamos, y al sobre. El día había sido muy largo, arrancando alrededor de las 6am con el desayuno en el bondi.
El segundo día levantamos campamento y nos fuimos al Balcón Norte. El sol estaba fuertísimo, así que la caminata fue un poco más pesada. Además, esta vez cargábamos con todo. Almorzamos al costado de un arroyito, y nos fuimos para el balcón. No tuvimos suerte esta vez con los cóndores: apenas se veían un par, muy muy a lo lejos. Por clamor popular decidimos emprender la marcha para llegar lo más rápido posible al puesto serrano en el que íbamos a campar, y aprovechar la tarde, y sobre todo, el río.
Partimos por un sendero ya no tan tradicional, fuera de los senderos auto-guiados del Parque, y fuimos descendiendo hasta cruzar el límite que separa el área intengible, protegida, pasando ya a caminar por terrenos privados. A media tarde llegamos a un puesto serrano (¿Puesto de Mimbre? No me acuerdo el nombre... ¿alguien me ayuda?), donde merendamos, aprovechamos el río, y descansamos. Fue una tarde de relax, desenchufe, de recordar anécdotas de otros viajes, y de disfrute.
Finalmente la tormenta anunciada llegó esa noche, aunque pasó bastante rápido, y no fue tan grande tampoco. Después de desayunar levantamos campamento, y emprendimos la marcha hacia el cruce con la ruta, por donde iban a pasar a buscarnos. La mañana estaba brumosa y húmeda, y de a ratos lloviznaba. Después de un par de horas de marcha, terminamos bastante mojados. Una vez que llegamos a la ruta, nos pasó a buscar Quique, y nos fuimos a almorzar. De allí, a Carlos Paz, al hotel (¡hotelazo!) de Quique, a ducharnos y aprovechar las instalaciones del hotel para pasar la tarde mateando y charlando (¡Quique es un libro abierto!), hasta la hora de tomar el bondi de regreso.
Hermoso fin de semana, en resumen.
Todas las fotos, acá: Quebrada del Condorito 2011