Y así se fueron estas vacaciones, completando mi segunda recorrida por
el NOA. Esta vez, sin embargo, pude vivenciar más los lugares, y sobre
todo, la gente. En parte porque estuve más tiempo en algunos lugares, y
en parte por la fecha: La festividad del carnaval es MUY grande en
Jujuy. Ni la Conquista, ni los Jesuitas, ni la opresión y la devastación
de las culturas precolombinas que estaban en el lugar lograron borrar
esta festividad. Se ha mezclado, sí, con otras costumbres, con
simbolismos europeos, iconografía cristiana y demás. Pero sigue siendo
una festividad muy importante para la gente. Mucho más que Navidad o Año
Nuevo. Es una festividad con milenios de historia. Es la comunión de la
gente con su tierra, sus cosechas y sus animales. Y para toda esta
gente, su relación con la Naturaleza, con la Pachamama, es mucho más
importante que cualquier otro simbolismo o costumbre que se ha intentado
imponer.
Después de haber viajado tanto por el sur argentino, es imposible no
notar que en el Norte no solo hay paisaje, también hay una CULTURA. El
Sur son lagos y montañas, hermosos, pero prácticamente no tiene
identidad. Es mucho más difícil encontrar historia en el sur. En el
norte en cambio, uno no solo se encuentra con paisajes diferentes, sino
con personas diferentes, comunidades diferentes, costumbres, historia.
El viaje tuvo dos partes: La primer semana, organizada por Hielo
Azul, con epicentro en Humahuaca. Y la segunda semana, por mi cuenta,
recorriendo un poquito Salta, Cafayate y especialmente Tafí del Valle.
Varias personas del grupo también prolongaron sus vacaciones una semana
más, así que a lo largo de la segunda etapa me fui cruzando con los
compañeros de aventuras de la primera.
Parte I - Quebrada de Humahuaca
El sábado llegamos a Humahuaca, y nos hospedamos en la Posada del
Sol, un hermoso hostel, no solo por el entorno, las comodidades, el
servicio y los detalles, sino por su gente: Marga y Rubén, sus dueños,
ambos porteños establecidos hace ya varios años en Humahuaca, y Carlos,
un muchacho jujeño que trabaja en el hostel, y que fue nuestro guía en
un par de excursiones, y nuestra "puerta de entrada" a entender un poco
más toda la movida que hay atrás del Carnaval. Ese día era justo el día
del "desentierro", la ceremonia que da comienzo a la fiesta. Así que a
la tarde nos buscamos una comparsa, Los Copleros, y presenciamos el
acto. Luego volvimos al hostel, y comimos unas ricas pizzas.
El domingo, visitamos Tilcara. Hicimos una breve recorrida por la
ciudad, y luego surgieron dos propuestas: Visitar el Pucará, o hacer un
trekking hasta la Garganta del Diablo (una cascada que está a un par de
horas de caminata). Como el Pucará ya lo conocía de mi viaje anterior,
decidí hacer el trekking. A la noche, de vuelta en Humahuaca, fuimos a
la Peña de Fortunato: Comida típica (tamales, humitas, empanadas, locro,
cazuela de cabrito, dulce de cayote con nuez, ...), folklore, en fin,
una típica peña del lugar.
El lunes, Esteban (de excursiones y turismo "Hasta las Manos") nos llevó
a Uquía, conocimos un histórico molino, e hicimos un trekking hasta el
Cerro de las Señoritas. Luego regresamos al centro de Uquía, en donde
disfrutamos de una riquísima merienda preparada por una repostera del
lugar que nos recibió en su casa de te. TODO, absolutamente TODO era
casero, y riquísimo. Cuando nos íbamos, justo se acercaba la comparsa
"Los Corazones de Puya Puya", así que nos prendimos en la joda: Talco,
harina, nieve, baile, nos convidaron chicha de maní, vino, sacamos fotos
y charlamos con uno de los diablitos. Después volvimos fundidos a la
noche a Humahuaca, en donde disfrutamos de unos ravioles.
El martes, arrancamos temprano para ir hasta Iruya, a donde se accede
luego de recorrer un laaaaargo (y complicado) camino de montaña durante
unas 4 horas (desde Humahuaca). Pasamos por Iturbe, en donde sentí una
nostaliga MUY fuerte por el tren que ya no está, la estación abandonada,
el lazo con Villazón (Bolivia) roto, en fin... recuerdos de la década
infame del menemismo. Continuando nuestro camino, llegamos al punto más
alto del trayecto, el abra El Cóndor, a más de 4000 msnm, y límite entre
Jujuy y Salta. Finalmente llegamos a Iruya, en donde almorzamos una
picada acompañada por unas empanadas salteñas, recorrimos el pueblo,
hermoso, perdido en la montaña, e hicimos una caminata hasta la
confluencia de los ríos San Isidro e Iruya. A la noche, otra vez en
Humahuaca, fuimos a cenar a El Cabildo (donde otra vez, podíamos optar
por diversos platos típicos).
El miércoles, Carlos, de la Posada del Sol, nos llevó a conocer la
comunidad de Hornaditas, quienes viven (como digo yo) "bajados del
mundo", en una economía prácticamente autosuficiente. Conocimos El
Pintado, unas pinturas rupestres que hay en el lugar, Carlos nos contó
de varios de los proyectos que hay en marcha en Hornaditas: Pelear
(jurídicamente) por el título único de propiedad de sus tierras,
reflotar el conocimiento de los ancianos, sus historias, mediante
actividades en las escuelas, y reflotar el trueque con comunidades
vecinas. Estos dos temas realmente merecen un post aparte... que espero
escribir pronto. Almorzamos en la casa de Clara y Héctor Lamas, un
matrimonio de la comunidad. Nos atendieron de 10, nos mostraron su casa,
compartimos el almuerzo con sus hijos, y charlamos un largo rato con
ellos. Después, conocimos al cardón más viejo de toda la Quebrada (de
más de 350 años, y con 48 brazos) y al churqui más alto. De regreso en
Humahuaca, fuimos a cenar a la peña de Ricardo Vilca. Espectacular.
Proyectaron "Río Arriba" (yo no la había visto... me partió la cabeza,
es una de esas películas que deberían proyectarse en TODAS las
escuelas), y luego disfrutamos de la música de Ricardo. Impresionante lo
que transmite ese hombre con su guitarra. Me traje un CD, y las ganas de
conseguir los otros 2.
El jueves era uno de los días libres. Pero como había interés en conocer
Purmamarca y las Salinas Grandes, Irene y Esteban armaron una propuesta:
Dar toda una vuelta pasando por el Espinazo del Diablo, el Huancar,
Quera, agarrar la ruta 40, llegar a las Salinas Grandes, subir por la
cuesta de Lipán, llegar a Purmamarca, y luego volver a Humahuaca. La
mayoría del grupo decidimos prendernos en esta propuesta, y otros
optaron por tomar un bondi directo a Purmamarca, y de ahí hacer la
excursión a las Salinas. El viaje estuvo buenísimo, si bien fue un poco
largo. Nos extendimos un poco en Quera, en el almuerzo, con una familia
del lugar conocida de Esteban, y para mi gusto llegamos un poco tarde a
Purmamarca (y con poco tiempo). Pero en fin... encima, yo y varias
personas más estábamos descompuestos desde la noche anterior. Yo
particularmente no había pegado prácticamente un ojo. Estaba muy
cansado. A la noche, ya otra vez en Humahuaca, cenamos en la Casa de
Tantanakuy, donde una vez más disfrutamos de música en vivo y comida
típica.
El viernes era el segundo (y último) día libre. Acá sí cada uno hizo lo
que quiso... por mi parte, junto con Adrián, Germán y Héctor, salimos
temprano en bondi rumbo a La Quiaca. Recorrimos un poco la ciudad, la
cual realmente no me gustó mucho. Fuimos espectadores del contrabando
hormiga, masivo, a la vista de Gendarmería (tanto argentina como
boliviana). Cruzamos a Villazón, y recorrimos un rato, y a la tarde,
después de almorzar, tomamos un remis hasta Yavi, un pequeño pueblito a
16km de La Quiaca, que solo pude disfrutar una hora (y me quedé con
ganas de más). Volvimos a la noche a Humahuaca. Tuvimos que soportar en
la entrada un control de Gendarmería (hint: la frontera no se controla,
un bondi sí...) bastante estricto: pararon el micro, tuvimos que bajar
todo, bajaron el equipaje de las bodegas, y revisaron a todo el mundo.
Así y todo, llegamos a tiempo a la posada para disfrutar del asado de
despedida, preparado por Carlos.
Antes de seguir, pongamos el crédito donde corresponde: Gracias Caro,
Viviana y Ricardo por su empeño en "sentarnos a hacer memoria" la
anteúltima noche. Sin la recopilación del viaje que escribieron (y
compartieron) este relato hubiera sido imposible.
Parte II - Salta, Cafayate y Tafí del Valle
El sábado comenzaron las despedidas: Algunas personas ya se separaron en
Humahuaca, o bien porque continuaban por su cuenta con movilidad propia,
o por diferencias de horarios con los micros. El resto del grupo, bajó
hasta San Salvador de Jujuy, donde almorzamos. La mayor parte de la
gente regresó a Bs. As. desde ahí. Yo, inicié la segunda etapa de mi
viaje rumbeando para Salta, junto con Daniel.
En Salta pasé dos días / dos noches. Tuvimos PESIMA suerte con la
elección del hostel (eso nos pasó por elegir por precio...), era una
mugre, un kilombo, estaba manejado por gente que no tiene idea lo que es
manejar un hostel (o idea de turismo en general), que no servía ni para
llamar a un remís. Pero bueno... eran solo dos noches. Durante el día,
con Daniel nos dedicamos a recorrer un poco la ciudad, hicimos un par de
paseos, subimos al cerro con el cablecarril, en fin, estuvimos bastante
fiacas. Hacía MUCHO calor, eso nos tiró un poco abajo. Realmente se
extrañaba el clima mucho más benigno de la Quebrada. Conclusión: Salta
es una ciudad que me sigo debiendo. Hay pilas de cosas que una vez más
me quedaron pendientes. Durante nuestra estadía, nos cruzamos con
Beatriz y Ana, que también venían "bajando", aunque con cronogramas
diferentes. Ana se quedó solo una noche, y de ahí regresó a Bs. As., y
Beatríz se quedó un día más, y entre otras cosas, hizo una excursión de
día completo a Cachi. Las chicas tuvieron MUCHA mejor suerte con el
hostel: Tenían de antemano una reserva gestionada por Hielo Azul en el
hostel Las Rejas. Recomendable.
Luego fuimos a Cafayate. Ahí tuvimos un poco más de suerte con el
hostel. Hicimos una excursión por la Quebrada de las Conchas (o Quebrada
de Cafayate), recorrimos bodegas, degustamos vinos, en fin... todo lo
que se hace en Cafayate (que realmente no es mucho). Mucho no me gustó.
Si a uno no le interesa el circuito del vino y las bodegas... después no
hay mucho más para hacer. Así que me qedé dos días / una noche, y partí
a Tafí del Valle. Daniel, se quedó una noche más en Cafayate.
Los últimos 4 días en Tafí fueron ESPECTACULARES. El tiempo no ayudó
mucho (en esta época suele nublarse, y llueve con frecuencia), pero los
chicos del hostel Nómade son UNA MASA. Me cagué de risa hasta llorar,
con ellos y parte de la gente que estaba parando ahí. Una hospitalidad
fuera de serie. Tafí es además un lugar muy recomendable para ir a pasar
unos días tranquilos. Tengo ganas de volver en algún momento. Fueron 4
días de huevo, de estar en el hostel disfrutando el paisaje desde la
terracita, o mirando tele, o charlando con los chicos. Hice algunas
caminatas, subí al cerro, visité el museo Jesuita y el museo de Mitos y
Leyendas... pero no mucho más. El resto, fue disfrutar de la
tranquilidad de Tafí, su verde, el aire puro, y Nómade y su gente. Al
segundo día llegó Daniel desde Cafayate, y al tercero llegó Beatríz, así
que una vez parte del grupo estuvo reunido, e hicimos algunas cosas
juntos.
Y así se terminaron las vacaciones. El sábado a mediodía me tomé el
bondi de Tafí a Tucumán, y de ahí, directo a Bs. As. sin escalas. Llegué
esta mañana.
Realmente la pasé muy bien, conocí a un montón de gente copada, aprendí
un poquitín más sobre la vida en el norte en la era precolombina, lo que
como siempre, hace que aumente un poco más mi indignación con la
conquista. ¿Dónde estaríamos hoy si América hubiera quedado aislada de
la barbarie (sí, barbarie) europea y su sed de riquezas un par de siglos
más? ¿Cuál sería la historia si al menos los conquistadores y la "Santa"
Madre Iglesia hubieran aprendido ALGO de los pueblos americanos, antes
de exterminarlos y/o someterlos? No es casual que haya vuelto de este
viaje con muchas de las sensaciones y preguntas sin respuesta con las
que en su momento volví de Perú.
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