El viaje a Vallecitos para hacer un poco de trekking y subir al
Adolfo Calle en mayo del año pasado fue el puntapié inicial para empezar
otra vez a pensar en ascensos, después de muchos, muchos años.
La siguiente meta era el Domuyo, en la Cordillera del Viento, Neuquén.
El "Techo de la Patagonia", ja. Resultó que no hubo cumbre, pero fue una
experiencia sumamente gratificante en muchos sentidos. Y aprendí un
montón de cosas.
Lo primero que hay que decir del Domuyo es que está LEJOS. Sí, sí,
Neuquén no es tan lejos (desde el punto de vista de Buenos Aires), pero
cuesta llegar. Bondi de Buenos Aires a Zapala. Bondi de Zapala a Chos
Malal. Bondi de Chos Malal a Las Ovejas. Chata de Las Ovejas a Varvarco.
Más de 24hs de viaje, y todavía NO estábamos en el Domuyo.
Llegamos a Varvarco con algo de llovizna. Hasta ahí todo bien, estaba
dentro del pronóstico: los primeros dos días se suponía que estarían
feos, y después, teníamos pronóstico de buen tiempo. En Varvarco nos
alojamos en unas cabañas para pasar la noche, y preparar el equipo para
partir al día siguiente. Y conocimos a La Gallega, una celebridad en el
pueblo, quien nos abrió su casa y nos preparó unos riquísimos fideos con
estofado, acompañados por tortafritas. Sí, en lugar de pan, tortafritas.
¡Y qué tortafritas! Esa noche sufrimos una baja: uno de los muchachos se
sintió mal, y prefirió volverse... así que quedamos Claudia, Fermín y
yo, con Pablo y el Lechu como guías.
Arrancamos el lunes a media mañana en la misma chata que nos había
traído a Varvarco, rumbo al "Playón de Estacionamiento", punto de
partida del ascenso, y lo más cerca que se puede llegar al Domuyo en
vehículo. El recorrido dura un poco más de una hora, y es muy lindo. Los
paisajes encierran un montón de sorpresas, con piedras "raras", praderas
salpicadas por piedras, "fumarolas" (toda la zona tiene aguas termales,
con epicentro en el pueblo de Aguas Calientes, muy cerquita de allí),
arroyitos, paredones... y más o menos a mitad de camino se aparece el
señor Domuyo, desafiante, diciendo "acá estoy, soy el amo y señor de
todo esto" :)
Ya en el Playón de Estacionamiento, organizamos el equipo que sería
porteado hasta el campamento base a caballo (carpas, morfi, equipo de
campamento), y nosotros arrancamos el trekking a pie. Fueron unas 3hs de
marcha, tranqui, con parada para almorzar, en la que nos cruzamos con
varios grupitos de personas que bajaban. Algunos habían hecho cumbre,
otros no. Tiraron un par de tips, respecto a la cantidad de nieve y
hielo, y seguimos marcha.
Al llegar al campamento base, a aprox. 3100 msnm, nos encontramos con
que estábamos solos. Y así se mantendría: toda la gente (que no era
mucha!) que había estado en el Domuyo se había vuelto ese día o el
anterior, así que nos quedó todo el campamento (y todo el cerro), para
nosotros. Armamos las carpas, nos organizamos, y nos dedicamos a
descansar. Para mi era la primera experiencia de un campamento de este
tipo, directamente en la montaña, sin bosque, sin reparo de ningún tipo,
con no mucha agua.
El atardecer de ese día fue espectacular. Cerca de la "golden hour", me
fui con el Lechu a hacer un mini-trekking más arriba, para ver como
seguía el camino, y sacar fotos. Muchas fotos. Me harté de sacar fotos
:)
El tiempo estaba espectacular, algo de viento pero normal. Hasta ahora
el pronóstico se cumplía. Y creo que en ese momento todos sentíamos, en
retrospectiva con mucha soberbia, "ya lo tenemos!".
El martes el plan era subir parte del equipo al Campamento 2, aprox. a
3800 msnm, pasar un rato allí, hacer un poco de reconocimiento, y volver
al Campamento Base. El objetivo era triple: aclimatar a la altura,
portear parte del equipo para no ir tan cargados luego cuando nos
fuéramos a instalar al otro día, y ver desde un poco más arriba y un
poco más cerca como estaba la cosa. El trekking hasta el Campamento 2
fue tranqui, físicamente estábamos de 10, hicimos muy buen tiempo,
llegamos enteros. Armamos una de las carpas, en las que quedaría el
equipo, y almorzamos. Una parte del grupo se quedó descansando, y
curioseando por los alrededores del campamento (yo opté por este plan),
y Pablo y el Lechu subieron un poco más, junto con Fermín, a dejar el
equipo de escalada y las piquetas aún más arriba, y ver como estaba el
camino.
A media tarde regresamos al Campamento Base otra vez. Había algo más de
viento, había más nubes, y aunque tratábamos de pensar en otra cosa y de
confiar en el pronóstico... estaban pasando cosas no pronosticadas. Lo
bueno de las nubes fue que nos regalaron otro atardecer espectacular,
incluso mejor que el del día anterior :) Por la noche hubo bastante
viento, fue complicado descansar, pero hasta ahí, manejable.
El miércoles volvimos a subir al Campamento 2, esta vez para quedarnos.
Había bastante más viento que el día anterior, pero nada que impidiera
seguir con los planes. Terminamos de armar el Campamento 2, almorzamos,
aprovechamos para regular los crampones a nuestro calzado, y a discutir
los planes para el jueves, nuestro día de cumbre. El viento soplaba cada
vez más, la presión había bajado un poco... no había buenos augurios.
Nos fuimos a dormir tempranito, con la idea de levantarnos tipo 2am,
para salir bien de madrugada, cuando estadísticamente todo indica que
debería ser más calmo.
Ya de por sí hubiera sido complicado descansar ese día, con los nervios
del intento de cumbre del día siguiente, ni hablar si a eso le sumamos
la preocupación de si podríamos salir o no, y... el recornudo viento.
Viento, viento y más viento. No paraba. A las 2am seguía soplando como
si nada. Decidimos descansar un par de horas más, y volver a evaluar la
situación a las 4am. A esa hora seguía todo igual... después de un rato,
igual nos pusimos en movimiento, como para estar listos y salir a las
6am a caminar. Desayunamos en las carpas, nos abrigamos con todo... y a
las 6 salimos. Teníamos TODAS las ganas!
A medida que empezamos a subir, y que empezó a clarear, el viento se fue
calmando. Parecía que finalmente todas las piezas encajaban. Después de
un rato de marcha se apareció desde abajo, de la nada, un guía mendocino
con su novia, que venían subiendo a las chapas, re-entrenados, vaya uno
a saber desde donde. Y al rato... los reencontramos, aprox. a 4200 msnm.
El guía no tenía crampones, y se había medio atascado en la parte más
jodida del intento de cumbre, que es a mitad de camino, en una pendiente
que normalmente debería tener bastante nieve y unos penitentes, pero que
ahora tenía poca nieve, con lo cual había acarreo suelto, y encima,
hielo. Pablo y Lechu se pusieron a evaluar alternativas, y mientras
tanto nos calzamos los crampones. La cosa estaba técnicamente
complicada... ¿seguíamos o no? Una posibilidad era que Pablo y Lechu
pusieran una soga, la subida estaba garantizada, prácticamente, pero
había dudas con la bajada. Que importante es eso. Yo en mi inexperiencia
solo quería subir, nunca me pregunté si hacía el esfuerzo de pasar ese
tramo en subida, como mierda lo iba a hacer en bajada, que siempre es
técnicamente más complejo. Y que sí, que no, empezó a soplar el viento
otra vez bastante... y aparecieron un par de nubes desde atrás... y...
game over. Mission aborted. Bajemos.
Y bajamos. El viento te volaba, mal. Aterricé de culo varias veces
porque tenías que caminar permanentemente haciendo fuerza contra el
viento, y de pronto la ráfaga se apagaba, y entonces te ibas a la
mierda. Nunca había experimentado tanto viento. La primera vez que fui
al Lanin, en mi primer intento, en el '99, también nos bajó el viento.
Pero no era NADA comparado con el viento del Domuyo. Y mientras tanto,
se siguió cubriendo todo de nubes. En retrospectiva, bajamos justo. Si
hubiéramos seguido más arriba, y nos agarraba el ventarrón y las nubes
en el filo... hubiera estado heavy. Muy muy heavy.
Pasamos por el Campamento 2, levantamos todo, y seguimos hasta el
Campamento Base. El viento era insoportable. A mi me quemó los papeles,
mal. Es algo que tengo que aprender a controlar. No el viento (ojalá
pudiera!), sino mi reacción para con el viento. Llegamos al Campamento
Base muy cansados, y eso queno habíamos hecho cumbre, con lo cual
habíamos caminado mínimo 5 hs menos. En mi caso, buena parte del
agotamiento era más mental que físico. Por culpa del viento. Cansados o
no cansados, llegamos a evaluar el seguir viaje hasta Playón, y acampar
al costado de la casa del paisano que nos había porteado el equipo. Pero
finalmente decidimos quedarnos a pasar la noche en el Campamento Base.
Al otro día, desarmamos, y acompañados por el querido viento ¬¬,
comenzamos el descenso final. Nos trasladamos en vehículo desde el
Playón hasta Aguas Calientes, donde almorzamos. Y después empezamos a
pensar en volver a Varvarco, creo que solo queríamos una ducha, y no nos
importaba nada más. Por suerte Pablo nos convenció de ir a pegarle una
mirada a las termas. Y la mirada... terminó en todos en el agua
disfrutando de las aguas termales, lo que nos recargó un montón las
pilas.
A la tardecita regresamos a Varvarco, y luego de reorganizar nuestras
cosas y darnos una buena ducha, empezamos a desandar el camino: Varvarco
- Las Ovejas - Chos Malal - Neuquén. De allí, todos volvían a Buenos
Aires, excepto yo que seguía viaje a Bariloche, para arrancar una
travesía (pero eso... eso es otra historia...)
Me encantó la experiencia, a pesar de que uno siempre quiere la cumbre.
Sí, por más que uno sepa que la última palabra siempre la tiene la
montaña... uno quiere la cumbre. Pero bueno, así es la vida. Así es la
montaña. Quizás el gustito es más amargo porque el grupo andaba de 10, y
porque el clima se re portó hasta último momento... entonces... casi es
como una burla: "mirá, no solo te dejé subir, sino que te ayudé a subir,
pero listo, hasta acá nomás. Ahora, bajate". Y sí, da un poco así como
de bronquita...
Pero vayamos a lo positivo, que es todo lo que uno aprende, y la
experiencia que te llevás, y todo lo que te cagás de risa con gente
copada.
Particularmente en cuanto a la experiencia, como decía antes para mi era
la primera vez en campamentos de altura, así que fue super valiosa. Y el
viento fue toda una experiencia. El tener que estar permanentemente
pendiente de donde ponés cada cosa, de tener cuidado cada vez que abrís
la mochi y sacás algo, el tener que controlar que todo lo tenés que
dejar adentro de la carpa, o trabado con piedras, porque si no se vuela
al carajo... todo el tiempo. Es agotador mentalmente, o al menos en mi
tiene ese efecto, pero también aprendí eso, y creo que la próxima vez
que tenga que enfrentarme con una situación así, voy a estar mejor
preparado.
Otra cosa que me llevo es Domuyo como lugar... impresionante. Qué
paisajes! Está plagado de lagunitas de altura, hay unas vistas
impresionantes de la cordillera (y eso que no pudimos seguir subiendo!),
y en el Domuyo vi unos atardeceres y unas nubes loquísimas, que creo que
voy a recordar siempre.
¿Volvería a intentarlo? Me parece que sí. Tengo ganas de seguir haciendo
ascensos, eso seguro. Independientemente de que siga poniéndome de a
poco metas más altas, me gustaría volver al Domuyo en algún momento,
aunque quizás me gustaría hacerlo con más tiempo. Realmente cuesta
bastante tiempo llegar como para tener una ventana de cumbre de solo un
día. Estaría bueno contar con dos, o idealmente, con tres. Pero bueno,
veremos...
Mientras tanto, mi record de altura siguen siendo los 4500 msnm del abra
Ronqui, en Jujuy...
Selección de fotos del ascenso en Flickr:
https://www.flickr.com/photos/chaghi/sets/72157625766068623/