Y así pasó una semanita de vacaciones. Sí, me tomé solo una semanita,
con la idea de guardarme una más para el invierno.
La travesía que no fue
Como desde hace ya no se cuantos veranos, hice un viaje con Hielo
Azul. Más allá del aspecto humano, del excelente grupo de gente que
forma Hielo Azul, hay 15 años de experiencia haciendo esto... y en este
viaje se notó. ¿Por qué? Porque originalmente ibamos a hacer una
travesía desde la Cuesta del Ternero hasta el Río Foyel. Era la primera
vez que Hielo organizaba esa travesía, así que había mucha espectativa:
siempre hay imponderables, cosas que ajustar... siempre es una travesía
con un "condimento extra", digamos, o una cuota extra de aventura. Era
una ruta de trekking relativamente desconocida, en la cual probablemente
íbamos a andar solos. Y se había formado un grupo muy especial: 14
personas con bastante experiencia en travesías. Lo cual era un plus para
una travesía debut. Pero lamentablemente, el viernes a la tarde, apenas
un par de horas antes de salir, nos enteramos que la Cuesta del Ternero
estaba incendiada. Así que Hielo Azul tuvo que reinventar la travesía
sobre la marcha, poniendo a prueba su capacidad de manejar la logística
de un viaje (traslados en 4x4 hasta el lugar de inicio, porteo de equipo
y comida por paisanos del lugar, organización de las comidas y lugares
de acampe, etc.), para convertirlo en otro... y salió 10 puntos.
La travesía Ternero/Foyel se transformó en Azul/Encanto Blanco, una ruta
de trekking más tradicional, y una travesía que Hielo ya había
organizado otras veces, bastante más al oeste (y por lo tanto, lejos del
fuego).
Lo positivo: Por suerte para nosotros, el incendio arrancó el viernes y
no un par de días después. Si hubiéramos hecho el trekking original, y
el fuego se hubiera iniciado el domingo o el lunes, podríamos haber
quedado atrapados en medio del incendio forestal.
Lo negativo: Se perdieron 1300 hectáreas, y todas las fichas apuntan a
que uno de los dos focos de incendio iniciales fue intencional. Esto es
un "secreto a voces", no es la primera vez que pasa... y pareciera que
la justicia y el gobierno nunca hacen nada. Caminar por un bosque
incendiado es desolador. Caminar por un bosque "vivo" y ver y tocar
árboles que tienen cientos de años, y pensar que un hijo de remilputa
puede prenderles fuego por sus reconchudos intereses económicos y acabar
en horas con lo que la naturaleza construyó en siglos, genera una
sensación de impotencia indescriptible.
Pero bueno... that's life. Confío en que si seguimos haciendo este tipo
de pelotudeces, oportunamente la Naturaleza seleccionará a nuestra
especie para la extinción. Creo que como especie en conjunto, nos lo
merecemos cada día un poquito más, realmente.
Por lo pronto, vayamos a lo bueno, un excelente trekking con un
excelente grupo.
Gaia en nuevas manos
El sábado a la tarde, bastante más tarde de lo previsto gracias a que el
micro Bs.As./Bariloche se retrasó, y perdimos nuestra combinación a El
Bolsón, llegamos a Gaia, el albergue en el que pasaríamos la primer y
última noche, y en el que ya he estado otras veces. Fue una sorpresa
encontrarlo en nuevas manos, afortunadamente buenas manos. Nos sentimos
re-cómodos, y nos atendieron re-bien. Alejandra, Ariel: ¡Gracias por
cuidar de Gaia, y mantener su espíritu!
Una vez que estuvimos todos reunidos en el albergue (fuimos llegando en
distintos horarios), Pablo aprovechó para contarnos como venía la mano
con el incendio, y confirmarnos que dadas las circunstancias, había que
cambiar la travesía original, y que íbamos a hacer la travesía
Azul/Encanto Blanco. Fue también un momento de reencuentros varios, ya
que al ser un grupo de "reincidentes" de Hielo Azul, muchos nos
conocíamos de otros viajes.
Esa misma noche cenamos unas riquísimas pizzas caseras, escuchamos algo
de música en piano improvisada por Ariel, y a pesar del cansancio del
viaje nos fuimos a dormir bastante tarde.
Hacia el Retamal, pasando por el Cajón del Azul
Fue en vano intentar convencer a Pablo de salir más tarde al día
siguiente... hasta se jugó el horario de salida en un mano a mano al
Truco después de la pizzeada, Pablo perdió, pero igual salimos
tempranito (aunque no tanto como él hubiera querido), luego de un
espectacular desayuno (¡qué buenos los desayunos de Gaia!).
Fuimos al punto de partida en las 4x4 que originalmente se habían
contratado para el otro trekking, que tenía un acceso más complicado (y
de ahí la necesidad de vehículos especiales). Para ir hasta el Azul la
verdad que las 4x4 fueron un lujo, y lo bueno fue que nos ahorraron la
tediosa "subida" inicial, que de haber ido con una combi normal,
tendríamos que haber hecho a pie.
Y así iniciamos el primer día de marcha, remontando el río Azul, pasando
por el Cajón del Azul (lugar en el que ya había estado en otra
travesía, y que no deja de sorprenderme), y continuando hasta el
Retamal, un refugio que está un par de horas de marcha río arriba.
Llegamos tempranito, iniciando un patrón que se repitió absolutamente
todos los días: llegar al lugar de acampe a media tarde, a pleno sol,
con tiempo de armar el campamento tranquis, merendar, disfrutar del
lugar, descansar, etc., etc. Para esto ayudó el tiempo (excelente), el
terreno (seco, con muchos arroyitos que debíamos vadear transformados en
un hilito de agua, o directamente un lecho de piedras), y el grupo
(realmente "de elite", jeje... todos caminadores).
No conocía el Retamal. Es un lugar precioso, una especie de praderita en
un claro del bosque, cerca del río, con un refugio muy lindo y muy
cómodo, suficiente lugar para armar las carpas sin amontonarse con otros
grupos. Después de descansar un rato, iniciamos también el rito de
probar la cerveza artesanal del lugar (los 3 refugios por los que
pasamos tenían cerveza artesanal de elaboración propia), merendamos,
algunos jugamos al truco (¡Dios! hacía años, literalmente, que no
jugaba un partido de truco), en fin... acampamos.
Los Laguitos
A la mañana siguiente partimos para Los Laguitos, otro refugio
"clásico" que no conocía. Llegamos también temprano a la tarde, y hacía
suficiente calor para justificar una zambullida en el lago. Helado. Duré
algo así como 2', pero después de varias horas de trekking, fue el mejor
energizante que uno puede encontrar.
La madrugada del martes tuvo una sorpresa: Un rato después que
nosacostamos, y cuando todavía estábamos charlando en las carpas y
todavíala mayoría no se había dormido, la tierra se movió. Posta. Nos
quedamostodos bastante sorprendidos por la experiencia, y la conclusión
generalfue que había sido un pequeño sismo. Y resulta que sí. Vean si
no: El Instituto Nacional de Prevención Sísimica (INPRES) supongo que
no miente.
¿Cómo se siente un sismo? Es raro. Puedo contar lo que sentí yo estando
acostado en una carpa, o sea, en el suelo. ¿Alguna vez acamparon en un
lugar agreste —o sea, no un "camping organizado"—, y sintieron correr
alguna tropilla de caballos, o a un grupo de mulas, o vacas, o algún
otro animal más o menos grande? Bueno, primero a lo lejos se sintió algo
así. Unos segundos después se hizo más fuerte, y primero se sacudió el
sobretecho de la carpa, como si alguien hubiera aflojado los vientos, e
inmediatamente después, se sintió el temblor en el suelo. Suena raro
esto de "primero se sacudió el sobretecho, y después se sintió el
temblor", porque etamos hablando del mismo lugar, pero posta, así lo
sentí yo. Toda la historieta duró algunos segundos, y culminó con una
especie de estruendo a lo lejos. Suponemos (y esto es pura
conjetura...), que el estruendo fue algún derrumbe en alguno de los
cerros cercanos.
En Los Laguitos nos quedamos 2 días, y aprovechamos el 2do (que era el
"día libre" de la travesía) para ir hasta el lago Soberanía, a unas 2hs
de marcha desde el refugio. Almorzamos a orillas de este lago, Charly y
Angel intentaron pescar alguna trucha (esta primera vez, sin suerte,
pero ya tendríamos la revancha...), nos metimos al lago, hicimos un poco
de huevo o siesta a elección del consumidor :p, y emprendimos el
regreso. Para los memoriosos: Si, este es el lago cuyo acceso desde la
ruta está "comprado" y virtualmente bloqueado por un extranjero, y hoy
por hoy una de las pocas maneras de accedelo es a pie o a caballo usando
esta picada que parte desde Los Laguitos.
Esa noche el plan era mantener el fogón andando hasta las 0.00 del
miércoles, cumple de Pablo, y sorprenderlo con una torta que le habíamos
encargado a los refugieros. Estábamos tan cansados, y Pablo el primero,
que terminamos festejando el cumple a las 23.00 del martes... con la
excusa de que en definitiva según la hora K, ya era miércoles en Bs. As.
Mallín de los Chanchos
El miércoles retrocedimos un poco sobre nuestros pasos hasta el Mallín
de los Chanchos, lugar que habíamos atravesado el lunes, pero esta vez
para acampar por la zona. Producto de la sequía, al mallín ya le
queda poco y nada de mallín. No está para nada pantanoso. Almorzamos en
el mismo lugar que el lunes, antes de acampar, aunque esta vez a orillas
del arroyo. Un lugar espectacular. Y de paso, recuperamos el cucharón
del campamento, que había quedado olvidado el lunes. Esto de perder un
cucharón en el bosque, y recuperarlo 2 días después, sirve de prueba de
que no es un lugar tan transitado, después de todo.
Charly y Angel volvieron a la pesca, y esta vez Charly terminó sacando 3
truchas de un tamaño respetable (después de devolver al agua unas
cuantas más que eran muy chiquitas), que fueron hechas a la cacerola por
Ale junto con la cena, y degustadas entre todos. Un manjar.
Encanto Blanco
El jueves partimos para el refugio Valle del Encanto Blanco, cuyo
acceso desde el Mallín de los Chanchos es bastante largo, e implica la
trepada (cuasi-literalmente, porque en más de un tramo hay que colgarse
de las cañas colihues y las lengas) de un cerro, para luego bajar por la
otra ladera. Fue agotador, pero muy entretenido. Además, a medida que
ganábamos altura, la vista iba garpando cada gota de sudor invertida en
la trepada.
Como veníamos con buen ritmo, se decidió pegarle derecho hasta el
refugio, en lugar de parar a almorzar a mitad de camino. Se hizo un poco
largo, pero alrededor de las 14 terminamos llegando al refugio,
almorzamos, y pintó siesta prácticamente para todo el mundo.
Esa noche la cena estuvo a cargo de los refugieros del Encanto, que se
prepararon un guiso es-pec-ta-cu-lar.
El día siguiente era el último de la travesía, y como iba a ser un día
relativamente tranquilo en tiempos de marcha, se planificó almorzar en
el refugio, temprano, y partir después de almorzar. Eso dejaba la mañana
libre; algunos aprovechamos para descansar, charlar y matear, y otra
parte del grupo hizo una pequeña excursión hasta un mirador cercano.
Una vez que el grupo estuvo otra vez reunido, desarmamos campamento,
almorzamos unas pizzas caseras amasadas y preparadas por la gente del
refugio (¡buenísimas!), y emprendimos el regreso.
Perito Moreno y asado de despedida en Gaia
Arrancamos el trekking desde El Encanto Blanco hasta el refugio del
Cerro Perito Moreno, que en invierno es un pequeño centro de ski. El
camino es realmente muy lindo, pero la verdad hacía muchísimo calor, y
eso, sumado a que al menos yo siempre en el último trekking entro un
poco en modalidad "listo, quiero llegar", le quitó un poco de magia.
Llegamos a destino a eso de las 16, y la combi ya nos estaba esperando.
Volvimos a Gaia, y después de una bueeeeeena ducha, nos dedicamos a
descansar, tomar cerveza, jugar al truco, y básicamente, esperar el
asado de la noche.
Nota al margen: todos los refugios que visitamos contaban con ducha "a
leña", que supimos aprovechar, y eso, sumado a las zambullidas en los
lagos hizo que no llegaramos a Gaia "tan" zaparrastrosos... pero no hay
nada como una ducha de verdad, en un baño de verdad, luego de una semana
de trekking.
El asado se hizo esperar. Mucho. Pero mucho. La buena noticia es que
valió la pena. Y no, no por el "truco" de Facundo que dice que lo
bueno de demorar un asado y hacerlo bien lento es que después la gente
come lo que venga ;), estaba realmente buenísimo —obviamente sin
desmerecer algunos asados de Facu, igualmente lentos y buenísimos—
Conclusión: Una travesía espectacular, como siempre.
Algunas señas particulares de este viaje, que merecen ser destacados:
- que hayamos conformado un grupo de 100% de "reincidentes", garpa. El
grupo fue re-compacto, funcionaba casi solo, no hubo sorpresas, todos
teníamos claro como es una travesía;
- llegamos a todos los campamentos temprano, supongo que en buena
medida gracias a lo anterior. Y esto no siempre se da, y está
buenísimo. No es lo mismo llegar al lugar de acampe cagando aceite
sobre la hora de la merienda, tirando para la cena, o peor, de noche,
que a media tarde. Las horas de armar el campamento tranquis,
descansar, "vivir" el lugar, no tienen precio;
- me encontré con Sandra en la terminal de Bariloche a la ida, y me
regaló sus bastones de trekking. Es la primera travesía que hago con
bastones, y realmente mis rodillas agradecidas. Al principio se
siente un poco "raro", pero con el correr de los días les fui tomando
la mano. Realmente los aproveché. Algunos dicen que lo malo es que
uno se acostumbra y se vuelve un tanto dependiente, y después no
tiene buen equilibrio cuando le faltan los bastones... pero bueno,
prefiero muchos años más de trekking con bastones si eso ayuda a que
mis rodillas jodan menos;
- ¡cómo jugué al truco! Sí, ya se, esto no tiene nada que ver con el
trekking en sí, pero este viaje fue mi reencuentro con este juego, y
lo disfruté un montón;
Más fotos del viaje, acá: Río Azul - Encanto Blanco '09